Matthew VanDyke, de 31 años, viajó en marzo al este de Libia a visitar a unos amigos y tener argumentos para el libro de viajes que estaba escribiendo. El país magrebí estaba ya en plena revolución desde febrero y en la ciudad de Brega cayó en manos de tropas de Muamar Gadafi.
Allí se perdió su rastro. Desde entonces hasta hace cinco días ha sido un desaparecido y las gestiones diplomáticas llevadas a cabo no han servido de nada. “Nadie sabía que yo estaba vivo. Hasta hace pocos días los libios no dijeron que me habían capturado”, explica a ABC el joven, tremendamente delgado, en un hotel de Trípoli.
No recuerda si fue el 13 o el 14 de marzo cuando fue capturado. Tras ser brevemente interrogado en Brega y en Sirte, ciudad natal de Muamar Gadafi, fue trasladado a Trípoli, donde ha pasado todo este tiempo en dos prisiones pero siempre en celdas de aislamiento. “Tardé treinta días en darme la primera ducha”, asegura.
Ha estado retenido en Trípoli hasta que los rebeldes han tomado el control
“Nadie me ha hablado en los más de 160 días que he estado encarcelado”, cuenta refiriéndose a las autoridades del régimen. “No me han maltratado físicamente, pero todo esto ha sido un gran maltrato psicológico”. Cuenta que ni siquiera los guardianes sabían quién era él y que con el paso de los días el trato mejoró algo.
Sólo salía para ir al baño
Los primeros 85 días estuvo en una cárcel de la capital de la que podía salir tres veces al día a través de un pasillo sólo para ir al baño. El resto de días, más de dos meses, ha estado en una celda de unos cuatro metros cuadrados en Abú Salim sin salir y sin ver a nadie.
“Creo que he estado comiendo lo mismo que los que me custodiaban”, explica para detallar las condiciones en las que el régimen tiene las cárceles. Le daban para comer arroz, cus-cús o pasta y para beber agua, té o café. “De vez en cuando la comida venía acompañada de un trozo de carne”.
En vez de regresar a Estados Unidos, VanDyke insiste en que se va a quedar en Libia hasta averiguar el paradero de los tres amigos que se encontraban con él cuando estaban en Brega, la ciudad petrolera del este del país en los que ha habido intensos combates desde hace cinco meses.
La captura de VanDyke se llevó a cabo en la misma zona que la del reportero freelance asturiano Manu Brabo, que permaneció más de cuarenta días en manos del régimen y fue liberado el mes de mayo.