Liduvina Peñafiel (i), la madre de Carlitos Mora; Teresa Junco (c), lleva 23 trabajando en el hogar Inés Chambers Vivero; y las británicas Helen Bicknell (i) y Nicola Rothon.
La alegría de recordar sus primeros pasos y el dolor de saber que ya no está más. Verlos crecer y verlos partir a hacer sus vidas. O el ímpetu para luchar contra un Estado al reclamar el derecho a protegerla. Son sentimientos que varias mujeres del país experimentan al ejercer un rol materno. Historias que este Diario recoge en el Día de la Madre y que reflejan cómo se vive la maternidad desde distintas realidades.
Liduvina Peñafiel, madre de Carlitos Mora, más que mamá fue su compañera inseparable de mil batallas. Ella no habla de sacrificios, sino de satisfacciones. Solo la muerte pudo separarlos el 10 de julio del 2011, tras sufrir varias enfermedades, incluido el VIH.
Este amor de mamá trasciende las barreras biológicas, pues Teresa Junco, de 58 años, se entrega plenamente a los niños que cuida en el orfanato Inés Chambers Vivero, en Domingo Savio y Carchi. Aunque ha conocido y cuidado a cientos de niños a lo largo de sus 23 años de trabajo, ella dice recordar a casi todos, porque crea lazos de amor con cada uno.
Un caso que defiende el nexo más allá del biológico es el de Satya, que ha abierto el debate jurídico sobre las familias de diversos tipos. Ella es criada como hija de dos lesbianas, una de ellas su madre biológica; su caso es inédito en el sistema judicial local, pero no el único.