MAS TRABAJO QUE SAMBA HASTA 2016 Imprimir
  Copacabana festeja la elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos de 2016. (AP)

Copacabana festeja la elección de Río de Janeiro como sede de los Juegos de 2016. (AP)

Fernando LLamas.- Madrid

Hubo samba masiva sobre la arena de Copacabana para celebrar la elección de Brasil como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, sí. Pero, al final, caló el convencimiento de que su jefe de Estado, Lula, a 12.000 kilómetros de allí, tenía toda la razón en recetar a su pueblo, una vez recobrada la voz, "trabajo, trabajo y trabajo desde mañana, no desde pasado mañana". El inmenso país que dirige el ex sindicalista tiene la responsabilidad de reconstruirse y liderar el crecimiento suramericano alimentado por el maná olímpico. "Hay que dormir menos y trabajar más", ordenó el presidente-milagro de Brasil.

A los miembros del Comité Internacional Olímpico (CIO) no les ha importado gran cosa la falta de infraestructuras del Brasil actual para albergar unos Juegos Olímpicos, ni las escasas explicaciones sobre cómo mejorar las líneas de transporte en una ciudad hoy por hoy muy complicada. No ha pesado que Maracaná tenga ya planificada una reforma para el Mundial de fútbol de 2014 o que los hoteles necesarios para la cita estén ya en el plano, puro papel.

Una 'torcida' de 100.000 en Copacabana

El magnetismo del presidente Luis Inazio Lula da Silva, más las necesidades del país y de Suramérica convencieron más que ese 77% de instalaciones ya hechas del que alardeaba Madrid, una ciudad más rica, más segura y mejor dotada en el sector servicios, pero que fue barrida por los votantes del CIO, más sensibles a cuestiones menos ligadas al deporte.

Brasil interpreta su triunfo en la carrera olímpica como un acto de justicia al que debe corresponder con un esfuerzo supremo para no perder su gran oportunidad. En la fiesta de Copacabana, unas 100.000 personas celebraron extasiados la pasión que les unió en torno a cinco aros. El símbolo, dicen, de un futuro opulento no sólo para la ciudad o el estado de Río de Janeiro, sino para toda la República. Ese número redondo de celebrantes sería prácticamente la mitad de los nuevos puestos de trabajo que se necesitarán desde este momento hasta el año de la competición olímpica.

La misma emoción, las mismas lágrimas

La fiesta gigantesca transmitió al pueblo la emoción de las grandes conquistas futbolísticas, pero con una dimensión mucho mayor. Cayeron lágrimas felices sobre la cálida arena de Copacabana. Iguales a las que derramó el presidente de Brasil, Luis Inazio Lula de Silva, en un salón danés, incapaz de contenerlas frente a testigos de todo el planeta. Emoción compartida por el habitante de Río de Janeiro y por su jefe de Estado; su alcalde, Eduardo Paes, y su mandatario del Comité Olímpico Brasileño, Carlos Nuzman, ojos igual de enrojecidos en Copenhague poco después de que Jacques Rogge leyera la sentencia de los miembros del Comité Olímpico Internacional: Brasil entra en el primer mundo para alegría de toda Suramérica, a la que se hace partícipe del triunfo del país más pobre y desigual de los que competían. Los votos y las felicitaciones no engañan: Latinoamérica fue toda una en su apoyo al gigante brasileño.

24.500 millones de dólares inundarán Río

La 'torcida', vestida con los colores verdes y amarillos de su bandera, tendrá que construir un Brasil alejado del más conocido: sumido en el conformismo, en el derrotismo, castigado por la delincuencia, acomplejado y donde el trabajo, a fuerza de escasear, termina por no significar absolutamente nada. "Salí del trabajo y vine a festejar. Espero que Brasil de un salto de calidad y eso también me ayude en la vida", dijo a Reuters una operadora de venta telefónica, Kátia Mandonca, quien compró hielo y cerveza para llevar a los festejos en la playa.

Los Juegos cariocas deben garantizar, según los estudios económicos publicados en la prensa brasileña, unas inversiones de decenas de miles de millones de dólares que, combinadas con las necesarias para el Mundial de fútbol de 2014, pueden situar a Brasil -que incluso crece hoy, a pesar de la crisis mundial- como quinta economía más potente del planeta. Concretamente, según la Fundación Instituto de Administración, el certamen de 2016 nutrirá a la economía con unos 24.500 millones de dólares. Construcción, negocio inmobiliario, hostelería, transporte, comercio y turismo son los sectores que tirarán de la economía brasileña y podrán asgurar un crecimiento sostenido que no se plantaría en 2016, sino que continuaría hasta mediados de los años 20. Siempre que el trabajo ocupe más tiempo que la samba

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