Rescatistas: Ellos llegan cuando la esperanza es lo único que queda Imprimir

635964670124914701

metroecuador.com.ec

“Oh Señor... Tú que diste tu vida por salvar las nuestras ayúdame hoy a rescatar y salvar las vidas de mis hermanos, aun exponiendo la mía. Señor ayúdame a ser fuerte ante una víctima, inspírame valentía ante un desastre; porque Tú y yo Señor podemos calmar los gritos desesperados, socorrer el llanto de un niño y aliviar las penas de una madre”, reza la oración de los rescatistas.

Como esta, muchas han sido las plegarias y una gran parte de ellas pidiendo al cielo que los profesionales de auxilio inmediato puedan recuperar los cuerpos de amigos y familiares que quedaron atrapados tras el terremoto de 7.8 puntos que afectó a Ecuador, el pasado 16 de abril del 2016.

Mil rescatistas internacionales y un número no determinado de socorristas llegaron a las zonas afectadas por el violento movimiento telúrico para con sus conocimientos, instrumentos, canes y garra ayudar ante una emergencia que deja más de 587 muertos.

119 personas fueron rescatadas de los escombros, niños, mujeres, hombres e incluso animales vieron la luz después de una intensa agonía.

Un sol canicular los acompañó durante horas. El polvo dificultaba la visión pero no las ganas de salvar personas.

“Cada vida salvada nos motiva a seguir adelante. Excelente trabajo, compañeros”, escribía el comandante de los Bomberos Eber Arroyo en su cuenta de Twitter, como una forma de agradecer la labor de 455 hombres que apoyaron en las labores de rescate en la ‘zona cero’.

Decenas son las historias de los Bomberos de Manta que vieron como varias zonas de su ciudad en 50 segundos se convirtieron en escombros.

Las lágrimas de impotencia, en transmisión en vivo para la televisión nacional, de uno de sus elementos quedaron grabadas en la retina de miles de ecuatorianos. El joven bombero, padre de dos niños de 12 y 14 años, contaba como entre los escombros una joven mujer le pedía que lo salvara. Llorando contó a los televidentes como a pesar del esfuerzo no lo lograron. La víctima de tan solo 15 años murió en el lugar donde por horas imploró que la ayudarán a conservar su vida. La reportera lo abrazó, pero sus amigos le tenían una mayor muestra de apoyo: sus aplausos.

Muchos de los valientes socorristas, ecuatorianos y extranjeros, fueron grabados cuando lograron su objetivo principal: salvar vidas. Pero además fueron respaldados cuando la muerte les arrebató la fortuna de rescatar a personas con signos vitales.

Pero no todos los socorristas que llegaron a Manabí y Esmeraldas son profesionales capacitados, muchos de ellos son voluntarios que después de enterarse del desastre tomaron su mochila y viajaron a colaborar con lo que podían.

Pero también existen  héroes  anónimos, ciudadanos de cada una de estas ciudades, que no dieron tiempo para que la muerte haga lo suyo. Padres, madres, tíos, amigos que sin importar la gravedad de la situación abrazaron tan fuerte a sus familiares que ni el peso de las lozas de las casas los pudo separar. El amor fue y será su principal arma para vencer a esta que es la peor tragedia que ha soportado el país en 67 años.

Este es el caso de Mario Anselmo, ecuatoriano de 35 años, que colaboró en el desastre y que reconoce que a veces ha tenido que salir de alguna escena por la dureza de las imágenes, pero siempre vuelve. “Estaba aquí en Manta cuando llegó el terremoto, y en cuanto me aseguré de que mi esposa y mis hijos estaban bien, vine corriendo. Esto es demasiado grande, demasiado duro, ayer tuve que marcharme un momento cuando sacaron a dos niños”, afirma el voluntario.

Comentarios
Buscar
¡Sólo los usuarios registrados pueden escribir comentarios!

!joomlacomment 4.0 Copyright (C) 2009 Compojoom.com . All rights reserved."